Noche de San Juan

Crepitaron las hogueras de la Noche de San Juan en todo el Mediterráneo con las adelfas y tomillos en plena floración, bailes alrededor del fuego, en «las serenas patrias de la luz», «por los libres caminos del agua», «en la pequeña tierra sin ríos de verdad» (Espriu) se celebró el solsticio. Es una lastima que no echáramos a la lumbre lo inservible, principalmente el nacionalismo, que Azaña definió como el dominó de Valladolid, fruto del aburrimiento provinciano. Parece que Soraya, que es de Valladolid, donde se sabe mandar, ha iniciado el desmantelamiento de ese cantonalismo de truhanes, enviando al deshuesadero la chatarra del neocaciquismo.

Los barones las pían, dicen: recentralización. Pero Soraya no es una espadona, ni una jacobina; sabe que hoy no es necesario el caballo de Pavía o bombardear Barcelona para acabar con las termitas del presupuesto. Hoy la madre patria es el déficit. Otra cosa son los catalanes. Pero éstos se han dado cuenta, por fin, de que con Mas no llegaban ni a nación-ruleta, ni siquiera a paraíso fiscal, sino a la quiebra. Durán i Lleida, al que llamaban botifler ha enunciado la verdadera razón de que sea imposible la independencia: ni Cataluña tiene ya soberanía, ni España tampoco. A los que querían llevar al pueblo a la tierra prometida no se le convierten las varas en serpientes. Decretaron el Año de las Palabras y las palabras las está quemando la hoguera. Pere Navarro ha dicho que algunas entidades que Mas ha escogido para participar la próxima semana en el acto de constitución del Pacte Nacional pel Dret a Decidir lo hacen a regañadientes, para no ser señaladas como antipatriotas. Los socialistas no subscribirán el Pacte. Francesc Homs, conseller de presidencia ya se alivia: «tenemos una apuesta decidida por el Estado de Bienestar». Ediles independentistas denuncian falta de sensibilidad separatista de su líder Durán i Lleida. ¿No saben que los cristianos prefieren el adulterio a la separación?

Como decía habían movilizado al batallón del talento, a Salvador Espriu que llama España, Sepharad Negra. Según Trapiello, las experiencias de la guerra le convirtieron en uno de eso oscuros y dolientes exiliados del interior. Su concepción del mundo era el Eclesiastés, no el Éxodo. Mas enarboló la figura de Espriu como si fuera Martí: «Ahora que Cataluña zarpa, debe proveerse de guías de viaje». Pero el poeta no sólo habla de sangrante diálogo entre continentes sino el que debe haber entre Madrid y Barcelona. Al referirse a Franco dice que a veces es necesario que un hombre muera por un pueblo, pero jamás ha de morir todo un pueblo por un hombre. No sugiere la independencia, solo recuerda a España el diálogo y que trate de comprender y estimar las diversas razones y hablas de sus hijos.